La Colección de Anclas

Bogotá, 18 de julio de 2025

Para movernos hacia el futuro, solemos enfocarnos en tener una visión clara de hacia dónde vamos. Es natural: proyectar sueños, metas, deseos…funciona como combustible.

 

Y en ese afán, muchas veces nos dicen que no miremos atrás. Que el pasado estorba, que quedarse pensando en lo que fue es como dejar un ancla que nos ata y nos impide avanzar.

 

Pero hoy quiero defender al pasado.


No el pasado que duele o frena, ni el que carga arrepentimientos o nostalgia; sino el que sostiene.

 

Porque si hay algo que también puede impulsarte hacia adelante…es recordar de dónde vienes.

 

Pensamos que dejar el pasado en el pasado es lo más sano, pero a veces olvidamos que algunas versiones nuestras de ayer pueden ser justo lo que necesitamos hoy. Que hay decisiones valientes, momentos de claridad, de fuerza, de belleza…que se nos olvidan. Y que recordarlas no es retroceder: es reconectar.

 

Lo entendí hace poco. Después de todos los cambios que experimenté recientemente, sentí que mi barco estaba navegando con dificultad. Había soltado todo para avanzar…y de repente, necesitaba anclarme.
Pero, ¿dónde estaban mis anclas?

Tuve que buscarlas.
 

Y cuando las encontré, me sorprendió ver que estaban ahí: firmes, esperando.

Encontré tres: la de 2015, la de 2021 y la del 2024. 

Cada una representa una versión de mí que vivió algo importante, que superó retos, que se reconstruyó.


La del 2015, por ejemplo, fue la que se inició en el camino espiritual, la que se enamoró de los libros, de la comida consciente, la que atravesó su primera gran crisis.


La del 2021 fue la valiente que se reinventó profesionalmente, que decidió cambiar el rumbo sin saber muy bien a dónde iba.

 

Y la del 2024…wow...una guerrera. Mi año más desafiante y, quizás por eso, el más transformador.

Hoy no vivo amarrada a esas anclas, pero las tengo a la vista.
Son parte de mí. Me recuerdan quién soy. Me sostienen cuando necesito parar, respirar, recordar.

Y ahora, estoy fabricando la cuarta.

Te comparto esto porque quizás tú también tienes anclas olvidadas.
Versiones tuyas que merecen ser reconocidas.
No para que te detengan.
Sino para que te acompañen mientras navegas.

A veces, avanzar también es recordar.

Gabi

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